martes, 6 de noviembre de 2012

Darwinismo Social

El siglo XIX  vio nacer a la Antropología Evolucionista de la mano de Lewis H. Morgan y Edward B. Tylor. Básicamente, esta primer corriente o escuela fundadora de la antropología sostenía que todos los grupos sociales, y sus respectivas culturas, evolucionaban de una manera lineal y teleológica, pasando por una serie de sucesivas etapas hasta alcanzar la meta: la civilización. El modelo de esta civilización era la sociedad europea. La etapa evolutiva menos desarrollada de la cultura era aquella que estaban atravesando los pueblos nativos de las colonias, estos eran vistos como salvajes y eran los europeos quienes debían ayudarlos en su proceso para alcanzar la tan anhelada civilización.
Para el siglo XX continúa la división entre culturas y razas superiores e inferiores. La gran mayoría de los estudiosos atribuyeron este ordenamiento jerárquico al resultado de la “lucha por la supervivencia” de Herbert Spencer y Charles Darwin. Para los darwinistas sociales la desaparición de los individuos y razas “inferiores” era un resultado natural e inevitable de la competencia, es decir que si se dejaba seguir el curso natural del proceso evolutivo, las razas superiores pronto reemplazarían a las inferiores. (Harris M;2000:68). Los “blancos” acogieron con entusiasmo el darwinismo; que grupos humanos “inferiores” estuvieran reducidos a la esclavitud o cayeran bajo las balas europeas, simplemente confirmaba la teoría según la cual un grupo humano inferior es sustituido por otro superior.
La idea según la cual, biológica y científicamente, el más fuerte tiene derecho a destruir al más débil halla su aplicación, no solamente en las rivalidades entre naciones, sino, además en las que surgen en el interior de un país. (Comas J;1951).
Vemos cómo a través de la historia la biología se utilizó para justificar teorías sociales, en este caso, la teoría de Darwin -selección natural y supervivencia del más apto- para justificar la dominación así como el exterminio de un pueblo sobre otro. En otras palabras, los conceptos de la teoría de Darwin -pensados para cuestiones biológicas- fueron transpolados a un campo totalmente diferente, el social, y de esta manera su teoría fue mal interpretada y tergiversada en manos de sectores hegemónicos.
Sin embargo, todas estas cuestiones comienzan a complicarse aún más cuando se descubrió que las “razas inferiores” practicaban la exogamia con las supuestamente superiores. Este descubrimiento propició el nacimiento del movimiento por la eugenesia. La eugenesia alegaba que no podía dejarse que la naturaleza siguiera su curso normal; debía impedirse el cruce y la mezcla entre sociedades avanzadas y especímenes inferiores. Para lograr la “pureza racial”, el control prolongado de la natalidad era la solución más “adecuada”. La solución final de Hitler constituyó la versión acelerada de la eugenesia mediante el asesinato en masa inmediato de las “razas inferiores” (Harris M; 2000:68) Podemos decir, en otras palabras, que el objetivo principal de la eugenesia es "la mejora de la especie humana", reduciendo la propagación de los individuos que presentan una tara genética, o incrementando la de los más adaptados (Luna F;1989:63)



lunes, 5 de noviembre de 2012

Walt Disney... ¿Nazismo o Parodia? PARTE I


Walt Disney... ¿Nazismo o Parodia? PARTE II


Raza y Racismo


La clasificación de los grupos humanos en un pequeño número de grupos fundamentales es en gran medida producto de la historia europea. A partir del siglo XV los europeos comienzan sus viajes de exploración y observan en las distintas regiones, personas con diversas características físicas. Es en 1761 que el naturalista Carl Von Linneo habló por primera vez del homo sapiens, concepto con el que nombró a la especie del género humano, reconociendo así que todos los humanos eran parte de la misma especie. Sin embargo, terminó por agregar subclasificaciones adicionales para lo que él vio como razas o subespecies: afer (africana), americanus (americana), asiaticus (asiático), europaeus (europeos) y monstrosus (pueblos originarios y personas con malformaciones genéticas). Cada una de estas subespecies portaba determinadas características físicas, comportamentales e intelectuales, sumado a la detención de un tipo especial de gobierno.
El concepto de raza, está estrechamente vinculado a la emergencia del capitalismo, el cual necesitó de su invención para justificar la esclavitud y el colonialismo necesarios para su expansión. Balibar sostiene que el racismo es un “fenómeno social total”, que se inscribe en prácticas, discursos y representaciones que son desarrollos “del fantasma de la profilaxis o desagregación (necesidad de purificar el cuerpo social, de preservar la identidad del ´yo´, del ´nosotros´, ante cualquier perspectiva de mestizaje, de invasión), y que se articulan en torno a estigmas de la alteridad (apellido, color de la piel, prácticas religiosas)” (1990: 32). Por lo tanto, estas prácticas, discursos y representaciones funcionan en una red de estereotipos afectivos que permiten la formación de una comunidad racista y obligan a los individuos y colectividades, que son blanco de ese racismo, a percibirse también como una comunidad.
Ahora bien, el género humano presenta naturalmente variaciones graduales en su composición genética; sin embargo, somos nosotros quienes lo dividimos en razas teniendo en cuenta los rasgos fenotípicos característicos de las poblaciones (Marks, J;1997:4). A pesar de que análisis filogenéticos de grupos humanos sobre la base de criterios estables -no sometidos a adaptaciones al medio, como por ejemplo el color de la piel, entre otros- demuestran que la variación genética es mucho más importante entre individuos de una misma población que entre grupos diferentes (Piazza, A; 1997:1), el racismo se las arregló para continuar a la orden del día pero encarnado en una nueva forma: el racismo diferencialista o neorracismo. Este racismo ya no tiene por tema central la herencia biológica sino la irreductibilidad de las diferencias culturales. A primera vista no postula la superioridad de determinados grupos respecto de otros, sino la nocividad de la desaparición de las fronteras y la incompatibilidad de las formas de vida. (Balibar, E; 1990:37) Este nuevo racismo termina por clasificar a los grupos humanos como portadores de una cultura rígida, perpetua, inalterable e incompatible con cualquier otra (San Roman, T; 1996:46). Pasamos por lo tanto de un racismo biológico a un racismo cultural.
Vemos asi cómo el concepto de raza clasifica y jerarquiza a los distintos grupos humanos, generando de esta manera una segregación esencialista entre los mismos, valorizándolos de manera positiva o negativa según sus supuestas características distintivas. El siglo XIX con su marco imperialista y colonialista, de desarrollo de la ciencia y la industria, fue el escenario perfecto para el avance del concepto de racismo: en función de justificar la violencia y la opresión de los pueblos sometidos y de poder disfrutar sin culpas de sus beneficios, se declaró inferiores a aquellos que se esclavizaban o cuyo país se explotaba

Normalizando el Color de la Piel...


¿Quién es el que manda?


La Evolución de la Belleza