El
siglo XIX vio nacer a la Antropología Evolucionista de
la mano de Lewis H. Morgan y Edward B. Tylor. Básicamente, esta
primer corriente o escuela fundadora de la antropología sostenía
que todos los grupos sociales, y sus respectivas culturas,
evolucionaban de una manera lineal y teleológica, pasando por una
serie de sucesivas etapas hasta alcanzar la meta: la civilización.
El modelo de esta civilización era la sociedad europea. La etapa
evolutiva menos desarrollada de la cultura era aquella que estaban
atravesando los pueblos nativos de las colonias, estos eran vistos
como salvajes y eran los europeos quienes debían ayudarlos en su
proceso para alcanzar la tan anhelada civilización.
Para
el siglo XX continúa la división entre culturas y razas superiores
e inferiores. La gran mayoría de los estudiosos atribuyeron este
ordenamiento jerárquico al resultado de la “lucha por la
supervivencia” de Herbert Spencer y Charles Darwin. Para los
darwinistas sociales la desaparición de los individuos y razas
“inferiores” era un resultado natural e inevitable de la
competencia, es decir que si se dejaba seguir el curso natural del
proceso evolutivo, las razas superiores pronto reemplazarían a las
inferiores. (Harris M;2000:68). Los “blancos” acogieron con
entusiasmo el darwinismo; que grupos humanos “inferiores”
estuvieran reducidos a la esclavitud o cayeran bajo las balas
europeas, simplemente confirmaba la teoría según la cual un grupo
humano inferior es sustituido por otro superior.
La
idea según la cual, biológica y científicamente, el más fuerte
tiene derecho a destruir al más débil halla su aplicación, no
solamente en las rivalidades entre naciones, sino, además en las que
surgen en el interior de un país. (Comas J;1951).
Vemos
cómo a través de la historia la biología se utilizó para
justificar teorías sociales, en este caso, la teoría de Darwin
-selección natural y supervivencia del más
apto- para justificar la dominación así como el exterminio de un
pueblo sobre otro. En otras palabras, los conceptos de la teoría de
Darwin -pensados para cuestiones biológicas- fueron transpolados a
un campo totalmente diferente, el social, y de esta manera su teoría
fue mal interpretada y tergiversada en manos de sectores hegemónicos.
Sin
embargo, todas estas cuestiones comienzan a complicarse aún más
cuando se descubrió que las “razas inferiores” practicaban la
exogamia con las supuestamente superiores. Este descubrimiento
propició el nacimiento del movimiento por la eugenesia. La eugenesia
alegaba que no podía dejarse que la naturaleza siguiera su curso
normal; debía impedirse el cruce y la mezcla entre sociedades
avanzadas y especímenes inferiores. Para lograr la “pureza
racial”, el control prolongado de la natalidad era la solución más
“adecuada”. La solución final de Hitler constituyó la versión
acelerada de la eugenesia mediante el asesinato en masa inmediato de
las “razas inferiores” (Harris M; 2000:68) Podemos decir, en
otras palabras, que el objetivo principal de la eugenesia es "la
mejora de la especie humana", reduciendo la propagación de los
individuos que presentan una tara genética, o incrementando la de
los más adaptados (Luna F;1989:63)
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